Viaducto de Ormaiztegi
El viaducto de Ormaiztegi es uno de los elementos más importantes de la arquitectura civil de mitades del siglo XIX en EuskalHerria. Forma parte de la línea ferroviaria Madrid-Irún-Paris promovida por la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte en 1857. Gipuzkoa tuvo que moverse mucho en aquella época para conseguir que la citada línea pasara por su territorio, en competencia con Navarra que pretendía la conexión con Baiona desde Iruñea por el valle de Alduides. Finalmente prevaleció la línea que desde Alsatsu atravesaba el Goierri y Tolosaldea para llegar a Irun. Aunque en la zona hubieron de realizarse gran cantidad de puentes, túneles y viaductos, el de Ormaiztegi fue el de más envergadura.

El espectacular viaducto sobre el río Eztanda, con sus cinco vanos, 288 metros de longitud y 35 metros de altura máxima, superó en su día diversos registros a nivel estatal. Está formado por grandes vigas de acero laminado, con una densa y tupida malla de planchas de hierro, celosías múltiples unidas que arriostran y llenan los vacíos de las vigas. Consolidado como un gran cajón continuo, queda apoyado y levantado sobre dos estribos y cuatro grandes pilares de mampostería forrados de piedra de sillería. El viaducto responde a una estética estrictamente constructiva, sin ornamentaciones ni detalles historicistas.
Fue diseñado por el ingeniero francés Alexander Lavalley, predecesor de Gustave Eiffel, que dirigía los trabajos de la vía férrea entre Olazagutia y Beasain como Jefe de Obra de la empresa M.M. Ernest Gouin et Cie. Sus piezas fueron fabricadas en los talleres de la Societé de Construcciòn des Battignoles de Paris, utilizándose para su realización unas 1.800 toneladas de hierro. El ayuntamiento de Ormaiztegi contrató como contable de la ejecución de la obra al tolosarra Nemesio Artola, famoso porque meses después, requerido por el ingeniero Ferdinand de Lesseps encargado de la construcción del canal de Suez, desarrolló su trabajo en el lejano Egipto.

El viaducto de Ormaiztegi fue inaugurado el 15 de agosto de 1864 con un convoy en el que viajaba la entonces reina española Isabel II con destino San Sebastián, en donde se celebrarían los pomposos actos —banquetes, traineras, bailes y fuegos de artificio— de la inauguración de la línea.
Se trata del símbolo más emblemático de la población de Ormaiztegi, en donde justo al terminar el viaducto se encuentra su estación. Debajo de la gran estructura viaria, junto al río Eztanda, se encontraba el famoso balneario que aprovechando las aguas sulfurosas de un manantial cercano, llamado Ur Beltza, había sido abierto al público unos diez años antes y que hizo notoria a su localidad.

En el año 1909 se realizó la doble vía entre Alsatsu y Beasain, incluyendo el desdoblamiento en el gran puente y unos años después, en 1928 se electrificó la línea.
El viaducto tuvo un especial protagonismo en los primeros meses de la guerra de 1936. En septiembre de ese año, varios centenares de milicianos del Eusko Gudarostea se asentaron en Ormaiztegi para resistir a los sublevados que habían ocupado Beasain, Idiazabal, Mutiloa y Segura, tropas al mando del golpista Mola. Para frenar su avance, se pensó en un primer momento destruir con dinamita el puente de la vía férrea. El comité de defensa de la República en Ormaiztegi dió su opinión negativa ya que, el hecho de que los pivotes sobre los que se asentaba fueran huecos, hacía necesario el uso de mucha dinamita, por lo que se desechó la idea. Sin embargo, varios milicianos insistieron en la necesidad del derribo y se presentaron en la Junta de defensa de Gipuzkoa diciendo que Ormaiztegi no podría resistir mucho tiempo. Solicitaron una orden para requisar los elementos necesarios, sopletes y botellas de oxigeno con objeto de destruir el puente. El 15 de setiembre de 1936 la comisaria de Guerra del Frente Popular se dirigió a la dirección de Altos Hornos de Bergara en estos términos: “Sírvase entregar al dador todo el material que precisen y una vez terminado el trabajo se volverán a reintegrar”. Ese mismo día se inició la demolición del puente. A los sopletistas de la Unión Cerrajera de Bergara se les unieron algunos más de Zumarraga. Sin más dirección que la prisa en hacerlo, el primer corte lo realizaron de forma perpendicular y las vías, en vez de caerse, se montaron unas sobre otras. Al día siguiente se cortaron de forma inclinada y la estructura metálica en uno de los vanos cayó totalmente. El trabajo lo hicieron en apenas tres horas y al desplomarse la parte cortada, los raíles se movieron y quedaron inservibles hasta un kilometro hacia atrás en dirección a Zumarraga. Fue un duro golpe para el avance de los fascistas aunque, pocos días después tomarán la localidad. Algunos de los ejecutores del sabotaje fueron capturados y ejecutados debajo del mismo puente.

El general Mola ordenó inmediatamente los trabajos de reparación que se realizaron trabajando a marchas forzadas durante las 24 horas del día, con ayuda de potentes focos por la noche. En tan solo 5 meses el viaducto fue reconstruido y consolidado, añadiéndole unos grandes pilares de cemento armado en los vanos, entre los originales de piedra. El 1 de febrero de 1937 el mismo Mola acudió a la reinauguración de una infraestructura que consideraba básica, como así lo fue, para el avance de sus tropas.
Estuvo activo hasta el 1 de julio de 1995, fecha en la que fue definitivamente sustituido por una nueva estructura de hormigón construida en paralelo. Ya a principios de los noventa se había decidido que el viaducto había agotado su capacidad de resistencia y se decidió derribarlo y sustituirlo por uno de nueva construcción. El pueblo de Ormaiztegi cuestionó este derribo y su ayuntamiento convocó un referéndum entre los vecinos del pueblo para tomar una decisión. El 26 de mayo de 1991 convocó a sus 941 vecinos censados a contestar la pregunta: ¿Debe mantenerse el actual puente en las circunstancias que va a generar la construcción del nuevo? Hubo respuesta de un total de 636 (67,5% de participación) con 376 sies a la conservación, 214 noes y 46 votos en blanco. De esta forma se construyó el nuevo viaducto, sin derribo del antiguo y en la actualidad coexisten ambos, uno activo y otro como muestra testimonial del pasado reciente. En algún momento se cuestionó el derribo de los pilares de cemento añadidos en 1936 pero la idea finalmente se desechó.
El 1 de abril de 2003 el Gobierno Vasco lo declaró como Monumento protegido con la categoría de Bien Cultural Calificado, siendo en la actualidad uno de los pocos bienes considerados como industriales en el conjunto de todos los elementos protegidos en Gipuzkoa.
