El molino y puente de Sta Engracia. Iruñea

El molino llamado de Sta Engracia en el barrio de Jus la Rocha de Iruñea data de principios del siglo XIII. En aquella época, y así está documentado, se le llamaba molino de Maçón en supuesta alusión a su utilización no sólo como molino sino también como batán de paños y en concreto a sus mazos. Es sabido que en 1227 su dueño era el vecino de Pamplona, Elías David. Estaba alimentado por un caudal de agua de 5.000 litros por segundo, recogido por una presa de piedra de sillería, oblicua al curso del río, de 65 metros de largo por una altura aproximada de dos metros. En otro antiguo documento de 1276, se recoge la utilización, evidentemente coyuntural, del molino como arsenal para el burgo de San Cernín durante la guerra de la Nabarrería.

A la izquierda del puente, el molino de Sta Engracia. A la derecha la llamada después Casa Ipiña y que antaño había sido matadero municipal. Foto anterior a 1888. Col. Arazuri

El nombre de molino de Santa Engracia le fue dado, como en tantas ocasiones ocurre, por la presencia en sus cercanías de un establecimiento de la iglesia, en este caso del convento de Sta Engracia de la congregación de las Clarisas. En el primer tercio del siglo XIII unas cuantas jóvenes y piadosas pamplonesas, decidieron recogerse e ingresar en la entonces recién fundada Orden de las Clarisas. A las citadas monjas les fue donada una casona en la orilla derecha del río, frente al molino, un poco aguas abajo del mismo y que también pertenecía a Elías David. A la casa convento le pusieron el nombre de Sta. Engracia lo que conllevó rápidamente que al molino, al puente y a la propia zona se le llamara con el citado nombre. Durante más de cinco siglos el convento estuvo activo en el lugar, hasta que en octubre de 1794 durante la Guerra de la Convención con el estado francés, el virrey obligó a las religiosas a abandonar el convento por miedo a que fueran atacadas por las tropas galas. Las 22 monjas salieron huyendo de las tropas francesas y, tras un periplo por varias localidades cercanas terminaron instalándose en Olite, convento de  religiosas Clarisas que aun existe en la actualidad. Ya en el siglo XV, aunque no de forma oficial el propio barrio, se diferenciaba del de Jus la Rocha, y se le denominaba barrio de Sta. Engracia.

El puente gótico es anterior al siglo XIII y hasta que las Clarisas se instalaron en sus cercanías se le conocía, también, como puente del Maçon. Era la salida natural al Camino Real de Pamplona a Tolosa desde el Portal Nuevo de la muralla pamplonesa. En el poema de Aneliers de 1276 se le denominaba como “le pont nou” o puente nuevo lo que lo data como construido o quizás reconstruido en aquella época. Sí que hay datos de reconstrucciones o importantes arreglos durante el siglo XVI. Hasta que en 1789 se hizo el puente de Cuatro Vientos, por cierto inicialmente llamado puente nuevo de Sta. Engracia, por Santos de Ochandategui, era muy transitado y hasta finales del XX hemos conocido pasar por él incluso vehículos a motor, a pesar de su limitada anchura. En el último arreglo, ya en el actual XXI, fue convertido en peatonal. Como curiosidad decir que entonces se le puso un suelo de adoquines nuevos por encima de su suelo original pero sin hacer el correspondiente rebaje. Eso hace que sus pretiles hayan quedado con muy baja altura y bastante peligrosos para el paseante.

En las cercanías del puente, cruce de Joaquín Beunza con el que fue Paseo de los Enamorados existió hasta mitades del siglo XX una fuente, también llamada de Sta Engracia, fuente de tres caños de la que brotaba abundante agua durante todas las épocas del año y que por su calidad era muy apreciada entre los pamploneses. Tenía, además, un aska en donde abrevaba el ganado vacuno y caballar, entonces abundante en el entorno cuasi rural de la Rotxapea. Ambas, fuente y aska han desaparecido.

La fuente de Sta Engracia. Una ternera abrevando. 1895-98 Foto: Anselmo Goñi

En el siglo XVI el molino pasó a ser propiedad del ayuntamiento de Pamplona, aunque era arrendado cada año a un determinado molinero. Con la harina allí molida se surtía a los hornos municipales del Vínculo. El Vínculo fue una institución local creada en 1527, que pervivió hasta 1933, cuyo objeto era fabricar pan, garantizando a los pamploneses, especialmente a los más necesitados, de ese alimento básico a un precio asequible. El precio del pan marcado por el Vínculo era una referencia para las demás tahonas privadas. A lo largo de los años el molino tuvo varias obras de reforma y también se sabe que la presa, hoy rota, se rehízo en 1725 siendo encargado de las obras el maestro arquitecto Juan de Irazoqui.

Con la llegada de la electricidad en el último tercio del siglo XIX, el ayuntamiento de Iruñea se planteó la energía eléctrica para sustituir el alumbrado público que en aquellos años todavía se hacía mediante luminarias de gas. En 1888 el molino acogió dos turbinas de 150 cv de la casa Planas y 4 dinamos de 105 Kva. de la casa Ganz de Budapest con objeto de conseguir la corriente alterna suficiente para el alumbrado de la ciudad. Posteriormente se le añadieron dos máquinas de vapor, una Ruston de 40 cv y otra Compund de 80 cv., máquinas que requirieron la construcción de una gran chimenea de ladrillo para la expulsión de los humos, como se observa en las fotografías de la época. Ya en 1890 la electricidad generada en la central municipal de Sta Engracia iluminaba una buena parte del casco histórico de Pamplona a través de 64 km de cableado y 450 lámparas incandescentes.

El molino ya convertido en central eléctrica, la presa y el puente gótico a principios del siglo XX. Foto Col. Arazuri

Durante la última década del XIX, como tantos y tantos molinos, acogió, de esta forma, dos distintas actividades, la de propio molino de cereales y la de central eléctrica, ambas consiguiendo la energía de la corriente del río. A finales de siglo, hubo una gran polémica en los plenos municipales cuando se trató de modernizar la actividad molinera con la instalación de molinos de cilindros metálicos sustituyendo a las clásicas piedras. La introducción del, entonces ultra moderno, sistema austrohúngaro de molienda y que rápidamente se generalizaría en todas las fábricas harineras, se consideró muy gravoso para las arcas municipales y finalmente se desechó. No pasó así en otros molinos de la ciudad con lo cual en pocos años la actividad molinera en Santa Engracia desapareció. Ya muy avanzado el siglo XX, también la central eléctrica se quedó obsoleta y el suministro de electricidad para la ciudad fue asumido por las grandes compañías de la época.

1980. Las naves de Industrias del Caucho

Fue en 1938 cuando cesó de producir electricidad. El edificio salió a subasta pública y fue adquirido por el rochapeano Bernardo Echamendi que instaló allí su Industria del Caucho para fabricar calzados y otros artículos de ese material. En 1953 sus naves sufrieron un voraz incendio aunque se reconstruyó rápidamente, manteniendo su actividad hasta los años ochenta en que fue trasladada a Berrioplano. Las naves de Sta Engracia fueron derribadas en 2009 con la nueva urbanización de la zona. Quedó conservada la presa que hoy nos ocupa, con la rejilla de acceso al molino y el antiguo canal de retorno de las aguas al río Arga.

La presa del viejo molino, aunque no sea muy elevada conformaba un pequeño remanso en el río desde la misma hasta las inmediaciones del puente de Rotxapea, que ha servido durante años como lugar de pesca y en los últimos años como lugar de entrenamiento del Club de Remo Navarra. Ya hace aproximadamente seis meses se detectó una pequeña brecha en su centro que con las últimas avenidas de este invierno ha terminado por hacer una gran fractura de casi 4 metros de ancho en marzo de este año 2018. Como consecuencia el tramo antes remansado el río ha recuperado su pendiente primitiva de hace muchos siglos, con lo que además de cambiar, no sé en qué medida, la ecología del propio río, va a impedir la práctica del remo y probablemente también la pesca deportiva. De las actividades practicadas en aquel remanso del río contaremos, a modo de anécdota un par de ellas.

La presa con la brecha central. Foto VME Marzo 2018

Cuenta Arazuri en su obra Pamplona, calles y barrios, que hubo en la Rotxapea hombres que se dedicaban a la pesca en el río, de forma casi profesional. Uno de ellos, muy conocido, era Victoriano Zabalza natural de Etxauri que vivía en Casa Ipiña justo al otro lado del molino de Sta Engracia. Utilizaba para pescar el tramo comprendido entre los puentes de San Pedro y de Santa Engracia aprovechando el pequeño embalse que formaba la presa. Trabajaba en la cercana Tejería Mecánica de Buztintxuri y durante la noche se dedicaba a la pesca. Tenía una barca de fondo plano, más bien una txalupa, que movía no con remo sino con una pica o aga, hecha con una rama larga de chopo que remataba con una punta metálica. Pescaba sobretodo barbos y madrillas con trasmallo y albayeta y también anguilas. Para estas últimas utilizaba la siguiente técnica: al anochecer dejaba en el río cuerdas sueltas con piedras en los extremos. A cada cuerda se le unían pequeños trozos de liz con un anzuelo cebado. Se soltaban al anochecer, permaneciendo las cuerdas hundidas durante toda la noche. Por la mañana con un gancho sacaba las cuerdas y con un poco de suerte también varias anguilas que habían mordido los anzuelos. Cuentan que Victoriano murió tras contraer una pulmonía después de una mojadura pescando.

Uno de los trofeos de la Travesía del Arga

Otra actividad curiosa en el río fueron las pruebas deportivas de natación celebradas en las fiestas de San Fermín durante los años cincuenta del pasado siglo. Todavía tengo presente en mi imaginario el acudir el día seis de julio a mediodía a la barandilla del Portal Nuevo y ver una multitud de nadadores con sus gorritos de intensos colores nadando como desesperados en busca del premio. Tengo constancia de la celebración de al menos XXII ediciones de la Travesía del Arga desde 1940 hasta 1962. La prueba, celebrada a la una del mediodía del día seis de julio, consistía en recorrer, precisamente el trayecto entre el puente de Rotxapea y la presa de Sta Engracia y vuelta. A él acudían nadadores muy significados de todo el entorno, de los prestigiosos clubs Jolaseta de Bilbao, o Club Natación Vitoria y de los locales Larraina y CN Pamplona. En las clasificaciones se observan apellidos que luego fueron muy señalados en las competiciones de natación como Oficialdegui, Saraldi o Eguiluz. Quizás sea importante señalar, en estos momentos importantes en las reivindicaciones de igualdad de género, que en la travesía participaban en una única prueba tanto hombres como mujeres y no se especificaban clasificaciones separadas. Incluso en la última edición de la que tengo constancia la ganadora absoluta fue una mujer, llamada Blanca Suso, si no me equivoco del CN Vitoria.

Victor Manuel Egia Astibia.  Artículo publicado en Diario de Noticias el 23 de marzo de 2018 con motivo de la noticia de la fractura de la presa de Sta Engracia y la valoración de sus consecuencias.