Fábrica de Harinas San Andrés. Urdanoz. Zizur Nagusia
Corría el año 1900 cuando Vicente San Miguel molinero de Zuriain, se trasladó con su familia a Zizur Mayor para hacerse cargo de la venta existente en la carretera de Estella, unos cientos de metros antes del núcleo urbano de la localidad. Años más tarde, en 1918, Pedro Urdanoz Senosiain contrajo matrimonio con la hija del ventero Aurea San Miguel. Como hijo de un rico hacendado de Zizur, además de casarse con Aurea, compró la venta que, ya contaba con un pequeño ultramarinos y comenzó a comerciar con cereales, vinos, piensos, abonos minerales, etc.
Como el negocio al parecer no les iba mal, decidió introducirse en la industria harinera, que tanto desarrollo tenía en aquellos años. Para ello se asoció con un cuñado suyo, Damián Larumbe que trabajaba como molinero en la cercana fábrica de harinas “La Trinidad” de Etxabakoitz. De esta forma en 1931 ambos formaron la Sociedad Urdánoz y Larumbe, con un capital inicial de 42.000 pesetas, con objeto de construir una moderna fábrica de harinas a la que llamarían San Andrés, en honor del patrono de la localidad, como era costumbre entre los harineros. La fábrica se construyó siguiendo el esquema del moderno sistema austro húngaro de molienda por cilindros metálicos que se había ya generalizado en casi todo el mundo, ganando la partida a las clásicas piedras de moler. La sofisticada maquinaria y el montaje fueron encargados a la que, entonces, era una de las más prestigiosas casas constructoras, la catalana Establecimientos Morros S.A. En un alarde de rapidez en la distribución, montaje y eficacia, sus técnicos bajo la supervisión del director de montaje Sr. Rius, fueron capaces de hacer toda la instalación en apenas treinta días de trabajo. Cuentan que eran de ideología republicana española y, al acabar la tarea, colocaron una bandera tricolor en la fábrica, lo que causó sensación y, también, algunos sentimientos encontrados entre los habitantes de Zizur y los usuarios de la venta.

El día 8 de diciembre de 1931 se inauguraba la fábrica con la bendición del párroco de la localidad Ramón Esparza y un esplendido banquete,-decía la prensa– al que asistieron, además de los dueños señores Urdanoz y Larunbe, otros industriales del sector como Cleofé Sarasa de la cercana harinera La Trinidad o Benigno Aguirre de la de Lerín y por supuesto el encargado del montaje, el catalán Rius. La sobremesa fue amenizada por un quinteto de Los Amigos del Arte.
El socio fundador Damián Larumbe quedó como Jefe molinero durante los primeros años hasta que, en 1936, abandonó la sociedad y la fábrica para seguir otros derroteros industriales. A partir de ese año de 1936 la titularidad de la fábrica pasó a ser de exclusivamente de Pedro Urdanoz Senosiain. Además de comercializar la producción de harina, al poco tiempo de su puesta en marcha comenzaron a fabricar pan y venderlo tanto en su establecimiento como repartiéndolo por el pueblo, con un carro y una caballería, labor que realizaron hasta 1965. La fábrica contaba con cuatro cilindros dobles de 500 milímetros y una capacidad de producción de 8.000 kilos diarios de harina de distintas calidades que, comercializaban con los nombres de Txuriena, Obiena e Indartxuena. En aquellos años el precio el trigo se pagaba al agricultor a 45 céntimos el kilo mientras que los productos finales se vendían a 58 céntimos la harina y a 30 el salvado. La fábrica contaba con tan sólo nueve empleados, dos molineros, un escribiente, tres empacadores, dos chóferes y un panadero.
En 1948 el negocio se amplió con una fábrica de pasta cuya prensa era capaz de producir hasta 58 kg por hora, pasta que entonces se comercializaba con la marca Espiga Dorada. En el complejo industrial Urdanoz llegaron a trabajar hasta treinta y cinco empleados, en la sección de pasta la mayoría mujeres, algunos de ellos alojados en el propio edificio de viviendas que se construyó junto a las instalaciones.


Por otra parte, Pedro Urdanoz se introdujo en el negocio inmobiliario, construyendo primero un gran edificio de viviendas, a la entrada del núcleo urbano de Zizur, la llamada popularmente “casa grande”. Años más tarde fue el promotor de un grupo de viviendas en Etxabakoitz, junto al río Elorz, el llamado grupo Urdanoz.

A finales de los años cincuenta, el activo Urdanoz, compró la Fábrica de Harinas San Esteban de Arguedas. Esta había pertenecido al valtierrano Rogelio Hualde, aunque se encontraba en quiebra y con el depósito en el Crédito Navarro. Rogelio Hualde personaje muy popular en Valtierra, apodado “el cuteras”, después participó junto a otros socios en la creación de una fábrica de pasta en su localidad natal, comercializando una marca de macarrones con el nombre de “El Gaucho”. La variedad de trigo que en aquellos años se cultivaba en la zona era de mucha calidad y las cosechas excelentes; por tanto era una buena ocasión para volverá poner en marcha la harinera arguedana. Esta estuvo en activo durante algunos años hasta que, en 1987, se desmanteló. Una buena parte de la maquinaria se trasladó a Zizur y aprovechando el momento se amplió la instalación y, con ello, la capacidad de producción. El que había sido edificio de viviendas, entre la propia fábrica de harinas y la de pastas, se vació para instalar allí la nueva maquinaria marca Golfetto y la aportada desde Arguedas. En los últimos años la harinera se fue surtiendo del trigo de las cooperativas de Urroz, Murieta y Orvalaiz y la harina vendida fundamentalmente en Navarra, Vascongadas y Galicia.
Tanto la fábrica de harinas San Andrés como la de pastas Urdanoz han estado en activo hasta hace apenas unos años. A pesar de estar inactiva la harinera, la marca comercial de harinas y pasta Urdanoz sigue existiendo y está a la venta en los comercios del ramo; desconozco el origen de sus materias primas. De las más de sesenta harineras existentes en Navarra a mitades del pasado siglo, la mayor parte fueron cerradas a finales de los sesenta. Unas pocas subsistieron algunos años más y hoy día sólo quedan dos grandes en el entorno de la capital y una pequeña en Tafalla, que cubren toda la producción. La fábrica de harinas San Andrés de Zizur Nagusia fue la penúltima en caer en las fauces de las grandes productoras.
