Fundición de campanas de Erice. Iruñea

La fundición de campanas situada en el número 71 de la calle Descalzos de Iruñea fue fundada a principios del año 1896 por el alavés Isidro Albizu. Parece ser que había aprendido el oficio en varias fundiciones de Francia y ese año decidió instalarse en Pamplona. Así, en abril de ese año se anuncia en la prensa local como fundición de bronce, establecimiento nuevo y único en Pamplona. Aunque pronto se especializó en la fundición de campanas también fundía otros objetos en bronce y cobre como los conocidos escudos del Sagrado Corazón que era costumbre colocar en las fachadas de las casas del casco viejo de Iruñea. Hasta entonces era frecuente que los fundidores de campanas fueran de alguna forma itinerantes y aprovechaban hornos de hierro o de tejerías cercanas para fundir las campanas allí donde se lo solicitaran. Así por ejemplo los campaneros Nicomedes Haro y Teodoro Sierra fundieron en 1896 en la tejería de Etchegoien de Beloso bajo una de las campanas de la iglesia de San Lorenzo de Pamplona. Muy poco después en 1902 se derribó la fachada-torre de dicha iglesia y se construyó la actual con su campanario para el que Isidro Albizu fundió, la que creemos fue su primera y gran campana de 1.800 kilos de peso. Quizás, como es y ha sido costumbre, refundió la anterior con objeto de aprovechar el material. Poco después, en 1905, hizo otra gran campana para la iglesia de San Cernin. Al menos hasta 1920 el taller de la calle Descalzos figuró a nombre de Isidro Albizu que dejó un gran legado de campanas por toda la geografía navarra, fundamentalmente en las iglesias de Pamplona y su cuenca.

Ya en 1922 el taller se anuncia como de Vidal Erice Arraiza y así permanecerá hasta los años 90 de pasado siglo. La primera campana de la que tengo constancia atribuida a Erice en 1922 es una de las de la iglesia de Santiago en Calahorra en donde figura la marca de Vidal Erice, sucesor de Albizu. Otra existente, ahora como objeto decorativo, en el patio del Palacio Arzobispal de Pamplona de 1926 figura con la misma marca. A partir de entonces Vidal Erice fundirá o refundirá en su taller cientos de campanas, no solo para las iglesias de Navarra sino para muchas de la Rioja, Aragón o Cataluña. Se sabe que en el estado había no más de una docena de fundiciones de campanas y se cree que la de Erice era la más antigua.
En un catálogo realizado por la asociación de campaneros de la catedral de Valencia (campaners.org), evidentemente incompleto, ya figuran al menos 75 campanas con la marca Vidal Erice distribuidas por el norte peninsular. Es evidente que son muchísimas más. Algunas de ellas son de gran tamaño como la de la catedral de Solsona en LLeida fundida en 1940 con un diámetro de 179 cm y unos 3.300 kilos de peso.

Mucho antes en 1928 había fundido la mayor de las campanas de toda Guipuzkoa la de la iglesia parroquial de Andoain de 2.550 kilos de peso. Con frecuencia las campanas eran financiadas por donaciones particulares y en el momento de su instalación alguien ejercía de madrina de la misma figurando su nombre en la inscripción tallada.
Así, como curiosidad, en una de las campanas de la iglesia de San Lorenzo de Iruñea de 124cm de diámetro y 723 kilos de peso figura la siguiente inscripción: “con motivo de sus bodas de plata matrimoniales 1923-1948 los esposos Don Vidal Erice y Doña Fidela Insausti obsequian a su parroquia de San Lorenzo con la fundición de esta campana en sus talleres. Año 1948. Siendo párroco Don Antonio Ona Echave. Fue madrina Maria Paz de Ciganda Ferrer de Guelbenzu invocando a nuestra señora de Fátima”
Las campanas son de bronce fundido y su sonido es mas grave cuanto mas grande y de mayor peso sea. Para que el sonido sea un poco mas agudo se le suele añadir al bronce un 10% de estaño. Sin embargo, ocasionalmente algunos fundidores sustituían el estaño por zinc, material muchísimo más barato pero que da peor calidad a la campana. En este sentido Vidal Erice manifestaba públicamente que nunca había utilizado el zinc para sus campanas. Los badajos normalmente son de hierro dulce y en algunas pequeñas de madera de olmo o encina. En los años sesenta del pasado siglo una campana costaba unas 170 pesetas por kilo y las mas solicitadas estaban entre los 100 y los 250 kilos.

Vidal Erice falleció en 1973 y le sucedió al cargo del taller su hijo Joaquin. Además de fundir o refundir cientos de campanas, idearon un sistema eléctrico, que patentaron como tal, que conectaba los relojes con las campanas para que estas dieran la hora al vecindario.


El taller de fundición de campanas de Vidal Erice estuvo activo, como decíamos hasta bien avanzado el siglo en la calle Descalzos, muestra tardía de como las primitivas industrias se ubicaban en pleno centro de la ciudad. Años después las fábricas fueron saliendo a los ensanches para ya en el último tercio del siglo XX trasladarse a los grandes polígonos industriales. De esta forma hacia 1980 el taller, ya entonces bajo la dirección de Joaquín Erice, hijo y sucesor de Vidal, se trasladó al polígono de Landaben en donde además de un horno de carbón instalaron también uno eléctrico. Estuvo en funcionamiento durante algunos años más. Con su cierre desapareció, al menos en nuestro entorno, un viejo oficio, una curiosa y especial actividad industrial que, aún adolescente, tuve la suerte de conocer.
Víctor Manuel Egia Astibia