La canaleta de Arbaiun
En Irunberri, como en tantos pueblos y lugares de la Nafarroa de principios del siglo XX, no existía agua corriente en las viviendas. Sus habitantes se abastecían cogiendo agua con sus cántaros de los dos ríos cercanos a la población, el Irati y el Salazar. Existían algunos pozos particulares pero, la villa no contaba con ninguna fuente pública. Considerando que había llegado el momento de hacer un cambio en la vida del pueblo acorde con las exigencias de los tiempos, la iniciativa la tomó a finales de 1914 el entonces alcalde Marcelino Seriola. Además de la mejora y comodidad de tener el agua en las viviendas, pensó también en la necesidad de convertir en zona de regadío los términos de Val y Linares así como terminar con el azote del tifus que cada año se llevaba a algún vecino al otro barrio, por utilizar agua de cuestionable calidad sanitaria.
Primero se pensó en tomar el agua de un manantial en la “cercana” sierra de Burdisibar, donde se forma la regata San Babil y en donde se encuentran las ruinas de la ermita dedicada al mismo santo, junto a la carretera de Aibar. La distancia era de casi una hora a pie desde el centro urbano y además el escaso caudal, no iba a satisfacer las necesidades de la población por lo que, finalmente, se desechó la idea. Entonces se pensó en hacer una subida de aguas del río Salazar, desde el molino situado a sus orillas, ya que los informes de sanidad referían una buena calidad del agua del mismo. Tras diez años de discusiones y estudios de viabilidad, en 1925 se creó la Comisión de Aguas en el Ayuntamiento, presidida por el entonces alcalde Plácido Bayúgar, que finalmente decidió que el agua se trajera de un manantial situado en jurisdicción de Bigüezal, en la ladera norte de la impresionante foz que el río Salazar forma en Arbaiun.

El caudal inicial, por el que Irunberri tuvo que pagar, tras duras negociaciones, 5.000 pesetas a Bigüezal, era de 40 litros por segundo. De ellos 36,5 iban a emplearse en la producción de energía eléctrica para las necesidades del pueblo y el resto para consumo de la población, lo que suponía una dotación de 158 litros por habitante y día. Finalmente se consiguió un ligero aumento del caudal a 50 litros por segundo sin coste adicional. La distancia desde el manantial hasta el pueblo es de 11 kilómetros y además, como vamos a ver, con muchas dificultades orográficas para la ejecución de la conducción, especialmente en su tramo inicial. Las obras se iniciaron el 13 de mayo de 1927 y duraron exactamente un año, hasta mayo de 1928. En la ladera izquierda de la foz de Arbaiun, en un prácticamente vertical acantilado rocoso, hubo de excavarse un estrecho camino, de sección en trompa y menos de dos metros de anchura. En una longitud de casi trescientos metros el canal, realizado en cemento y de cubierta abovedada, recorre casi horizontalmente el impresionante trayecto. Cualquiera que haya atravesado el minúsculo, aéreo y peligroso sendero que junto a la canaleta discurre por la roca, podrá darse cuenta de lo dificultosa que debió ser su realización en aquellos años; lo sería también hoy día.

El ingeniero autor del proyecto Berasaluce, y el inspector de obras designado Teófilo Gogorcena dieron el visto bueno a la tubería, que, por cierto no está enterrada en zanja abierta, como suele ser habitual, sino asentada sobre la base rocosa del camino, considerando que esa era la forma más adecuada de asentamiento de la misma. No hay relatados accidentes de importancia durante la realización de los dificilísimos trabajos y debemos evocar y valorar en su justa medida la épica de aquellos valientes trabajadores que asumieron la labor sin protestas y seguramente con salarios precarios.

Simultáneamente, se construyó en las cercanías del Puente llamado de las cabras, en donde terminaba la conducción, una pequeña central hidroeléctrica que mediante una turbina y su correspondiente alternador trifásico, adquiridos a la prestigiosa casa catalana Planas y Flaquer, era capaz de alcanzar una potencia de 50 caballos. Desde allí, las redes de alta y baja tensión para el alumbrado público y de las viviendas fue realizado por la empresa Salanueva Hermanos. La construcción de la Central Eléctrica Municipal contó siempre con las trabas administrativas de Lucas Jacoisti y otros propietarios de la Harinera San Antonio que, con su instalación hidroeléctrica a orillas del Irati, siempre habían pretendido adjudicarse el suministro eléctrico a la villa. El Ayuntamiento no cedió a las presiones e incluso se permitió el nombrar encargado jefe de la Central a quien hasta entonces prestaba sus servicios en la harinera, Antonio Saéz. En el mismo año de 1928, el consistorio realizó otra importante y necesaria obra para los lumbierinos, el Matadero Municipal, con modernas y completas instalaciones realizadas por el contratista Teófilo Gogorcena. En el mes de agosto todas las obras estaban preparadas para ser inauguradas y así se hizo simultáneamente el día 3 de septiembre de 1928. El festivo día se inició con las correspondientes dianas de la Banda Municipal y los gaiteros de Lizarra. Tras una misa oficiada por el párroco de la localidad, todas las autoridades asistentes y público en general se dirigieron en comitiva primero al Matadero, después a la Central Eléctrica y finalmente a la Plaza Vieja en donde el agua brotó cristalina y abundante en un surtidor colocado ex profeso, para ese momento histórico. Se sirvió un gran banquete en el local de Pedro Rebolé y el señalado día finalizó con una sesión de baile amenizada por la banda municipal y los gaiteros.

Durante mi juventud, tuve la ocasión, y quizás el privilegio, de recorrer el sendero que discurre por el interior de Arbaiun junto a la canaleta que conduce el agua hasta Ilunberri. Todavía no he olvidado la sensación de vértigo producida en los tramos más difíciles. Tampoco he olvidado la fantástica visión de la foz desde esa perspectiva. En pocos lugares he podido observar y disfrutar de tanta riqueza de colores, sonidos, y otras sensaciones placenteras. La riqueza faunística y sobretodo botánica hacen del lugar un verdadero museo de la naturaleza, una fantástica y exquisita muestra del bosque mediterráneo. También debo decir que el lugar no está exento de peligro y de ello hay que ser consciente siempre y tenerlo presente si se quiere visitar. Seguramente su real peligrosidad servirá para evitar que, por el exceso de visitantes, el lugar pierda lo que de mágico tiene. Con canaleta o sin canaleta, Arbaiun siempre formará parte de nuestro rico patrimonio paisajístico.

- Este artículo no hubiera sido posible sin contar con los importantísimos trabajos de investigación y divulgación realizados por el malogrado, por su prematuro fallecimiento, Eusebio Rebolé Del Castillo. Autor del libro “Ilunberri 1800-1928. La acción del Ayuntamiento y el protagonismo del pueblo en la vida cotidiana” (1998) y de múltiples trabajos y publicaciones sobre la historia de Irunberri, tuve el placer de conocerlo y la oportunidad de recibir y compartir colaboraciones con él.
- (Las fotografías, cuya autoría desconozco, proceden de sus publicaciones y de un magnifico calendario editado también por el Ayuntamiento de Irunberri en 2004)
En agradecimiento y en su memoria
Victor Manuel Egia Astibia