La finca Lagarde. Las casas Blanca y Colorada

Mucha gente en nuestra ciudad, especialmente los habitantes del barrio de Capuchinos, Txantrea o Antsoain, han oído nombrar en alguna ocasión a las popularmente llamadas “casa Colorada” y “casa Blanca”, pero no todos conocen su historia. Intentaré dar aquí algunos datos de su pasado, propietarios y vicisitudes ocurridas en ellas.

La llamada casa Blanca en 1929 Foto J. Cía Archivo Municipal de Pamplona

Ambas casas se encontraban en la finca o huerta llamada de Lagarde situada junto al convento de Capuchinos en el camino que va desde dicho convento hacia Villava. Esta carretera, hoy avenida, marca la muga entre los ayuntamientos de Pamplona y de Anstsoain.

Vista aérea comparativa entre 1966 y la actualidad. Sitna

La finca en cuestión de algo más de 42 mil metros cuadrados, unas 49 robadas, tenía forma trapezoidal con caída en su terreno de norte a sur y de este a oeste llegando hasta la orilla del rio.  Con un alto muro de mampostería rodeándola en su totalidad, estaba limitada al norte por la propia carretera de Villava y al oeste por el camino que subía desde la actual zona de Irubide, por el borde del río hasta Capuchinos, llamado entonces “la vuelta de la campana”, lo que hoy es la calle Padre de Adoain. En su lado oriental y pegado al muro había un camino de carbonilla, el camino negro, por donde actualmente discurre la calle Cendea de Iza (antes c/ Gorricho). El límite sur lo marcaba aproximadamente lo que hoy es la calle Cendea de Galar. En la figura adjunta comparativa se observa la situación de la finca y las dos casas o viviendas en su interior. Para referenciarla mejor, la imagen izquierda es de 1966 cuando ya en su interior se había construido la iglesia y convento de las Esclavas, aunque el perímetro de la finca no ha variado sustancialmente desde que es conocida muchos años antes.

La casa Colorada en la avenida de Villava en 1965 Foto: Gallo

Se sabe de su existencia desde al menos 1719 en que aparece en un antiguo plano  de la ciudad y en un documento de 1735 cuando era propiedad del marqués de Monterreal, y años después por descendencia del marquesado de Andia.  Incluía, como decíamos, dos edificios vivienda, la denominada como “Casa Colorada” que  aparece claramente en el plano de 1719 y la “Casa Blanca”, algo posterior, no documentada hasta la segunda década del siglo XIX.

La finca Lagarde y la casa colorada señaladas en el plano de Fer 1719

A la casa Colorada se le conocía como tal no por el tejado sino porque inicialmente sus paredes de mampostería estaban lucidas en color rojizo. Posteriormente se lució también en blanco, pero a pesar de ello conservó su denominación. Estaba situada en el borde norte de la finca lindante con la carretera de Villava, estrecha y alargada (25 por 9 metros) contaba con planta y dos pisos. En ella ocurrió un curioso episodio bélico durante la francesada a comienzos del XIX. El ejército invasor francés colocó en la casa Colorada un destacamento. Es sabido como una parte, al menos, de la población de Pamplona y de Navarra, no veía con excesivo desagrado la presencia del ejército francés en Iruña.  Eran conscientes de la conquista castellana 3 siglos antes y consideraban al ejercito hispano como algo ajeno que, además, los mantenía a raya desde el fortín de la ciudadela. Por eso se dice que ese destacamento de la casa Colorada estaba formado en parte por “españoles renegados” o miqueletes. Un día de 1812 guerrilleros de Espoz y Mina atacaron al destacamento y la sangrienta batalla se saldó con cincuenta muertos del ejército francés, cinco del español y más de cien heridos de ambos bandos. Del relato del episodio que hizo el escritor Hermilio de Oloriz surgió un verso que se hizo popular cantado en tonada de jota: “Salieron los miqueletes, de la casa Colorada, y les hicieron volver, a bayoneta calada”. A partir de entonces en la casa Colorada se instaló el puesto de mando de las tropas españolas que bloqueaban a la guarnición francesa de la capital.

La fachada interior de la casa Blanca.1965 Foto Arazuri

La casa Blanca estaba situada en el ángulo noroccidental de la finca, muy cerca del convento de los Capuchinos. De tan solo planta y piso, pero de mayor superficie que la anterior, 35 por 13 metros, tenía al menos tres puertas al exterior que se consideraban la entrada principal de la finca. En su fachada interna tenía una escalera exterior para acceder a la planta primera. Se dice que estaba construida y decorada con mucho lujo interior y era realmente utilizada como casa de recreo para sus dueños que residían habitualmente en el centro de Pamplona. Entre ambas viviendas y apoyadas en el muro había una serie de pequeñas construcciones auxiliares, gallineros, cuadras para las vacas lecheras, almacenes etc. También en esta parte tenía un gran aljibe en donde se recogía el agua que manaba abundante y espontánea, fresca y de muy buena calidad para el consumo propio y para el regadío de la finca. Este manantial, llamado “fuente de la casa Blanca”, como otro presente en la lindante huerta de los Capuchinos o la también cercana fuente del Canal se surtían del agua filtrada de las laderas del monte Ezkaba. Como a muchas de las fuentes de Pamplona el popular cantor y “bersolari” pamplonés Periko de Alejandría le dedicó esta rima: “Si entras en la casa Blanca, (con permiso de su dueño), al susurro de sus fuentes, puedes conciliar el sueño.”

Aniceto Lagarde Carriquiry

En aquellos años finales del siglo XIX y primeros del XX la finca era conocida como la finca de Lagarde haciendo mención al que fue probablemente el más conocido y afamado de sus dueños Aniceto Lagarde Carriquiry. Nacido en 1832 en Pamplona,  estudió ingeniería y artes y oficios en Paris. A su vuelta a su ciudad natal y tras unos años como ayudante de obras públicas, en 1869 se le encomendó la dirección de Caminos de la Diputación de Navarra cargo que ejerció hasta su jubilación.  Participó como ingeniero en la construcción de muchas infraestructuras de las carreteras navarras por ejemplo los puentes de Sanguesa, Liédena y Carcastillo o el complicado diseño de la carretera de Orreaga a Luzaide. Académico de la Real Academia de Bellas Artes y vicepresidente de la Comisión de Monumentos de Navarra participó en la decoración del salón del Trono del Palacio de Navarra y del Instituto de 2ª Enseñanza (hoy sede del INAP). Fue además miembro fundador de la Cruz Roja en Navarra y también cofundador de la Asociación Euskara. Son famosas sus acuarelas con motivos de pueblos navarros y en el caso que nos ocupa de una en concreto que capta el paisaje del casco histórico de Pamplona tomado desde su finca.

Vista de Iruñea desde la finca de Capuchinos. Aniceto Lagarde

Su padre Juan Pedro Lagarde, comerciante de oficio, era bearnés, en concreto de la localidad de Lucgarier cercana a Pau. En 1803 se estableció en Iruña junto con su socio Mr. Palengat poniendo un comercio en la ciudad y vivía en el número 8 de la calle Estafeta. Justo en la casa de al lado vivía la que sería después su mujer, Dionisia Carriquiry. Ambos solteros, aunque él era bastante mayor que ella, la relación de vecindad terminó en matrimonio. Dionisia era hermana del afamado banquero y rico industrial Nazario Carriquiry. El padre de ambos, Pedro Carriquiry Etchecopar, era zuberotarra de la localidad de Idauze Mendi y de oficio calderero estableciéndose en Pamplona también en 1803. La relación de Lagarde con Carriquiry era estrecha tanto por similitud laboral, ambos comerciantes, sino también por paisanaje y como hemos visto, además vivían en casas colindantes en la calle Estafeta. Juan Pedro y Dionisia se casaron en 1831 en la parroquia San Juan Bautista de Pamplona, Juan Pedro ya contaba con una buena posición monetaria producto de su comercio y Dionisia recibió de su padre una suculenta dote. Pedro Carriquiry había hecho también una gran fortuna, entre otras cosas con el suministro al ejercito isabelino durante la primera carlistada, fortuna que heredaron sus hijos. En la primera mitad del XIX se hizo con casi un centenar de fincas en la Cuenca de Pamplona, entre otras la que nos ocupa en este artículo, pero también otras incluyendo casas en Gazolaz y Cizur mayor, aprovechándose de las desamortizaciones de 1840 y 1850. Los Lagarde-Carriquiry siguieron viviendo durante toda su vida en la calle Estafeta en el actual número 15, mientras el actual número 13 siempre perteneció a los Carriquiry (en la documentación antigua figuran como los números 8 y 7 ya que antaño no se utilizaba la actual norma de pares a un lado e impares al otro).

Gallineros y almacenes ya en ruinas en 1983 Foto: Zuñiga AMP

Nazario, el hermano de Dionisia, compró en 1840 el edificio, recién construido, que hace esquina de la Plaza del Castillo con el actual Sarasate dotándolo de rica decoración palaciega. Sin embargo, lo abandonó pronto al fijar su residencia en Madrid para ejercer como banquero y continuar su carrera política como diputado, siempre en el bando conservador. Es conocida su participación en el golpe en contra del regente Espartero en 1841. Carriquiry vendió la casa a los Baleztena de Leitza, casa palacio que continúa en titularidad de Baleztena y es conocida como tal. En 1846 se asoció con el ganadero tudelano Tadeo Guendulain para criar ganado bravo. Los toros de Carriquiry se lidiaron por primera vez en los sanfermines de 1852 y llegaron a ser muy famosos por su casta y bravío. Aunque contaba con fincas en varios puntos de la ribera navarra, se dice que los primeros astados fueron criados en la finca de Capuchinos. No he podido documentarlo de forma fidedigna, pero es un hecho transmitido de forma oral por los descendientes de dueños y arrendatarios de la finca.

Como decíamos, en 1836 su padre Pedro Carriquiry se había hecho con la finca de Capuchinos entonces propiedad de los marqueses de Andia incluyendo sus viviendas que se encontraban en estado ruinoso por un montante de 40.000 reales de vellón. Encariñado con el lugar, la convirtió en lugar de recreo familiar, a un paso de la ciudad, plena de sol y tranquilidad y con abundante agua en el manantial que surgía en su interior. En 1853 fallece Pedro Carriquiry y la finca es heredada por su hija Dionisia y su esposo Juan Pedro Lagarde denominándose a partir de entonces como finca Lagarde. En el inventario de propiedades que hace el matrimonio en 1853 consta: “dos casas llamadas Blanca y Colorada, sitas junto al camino de esta ciudad hacia Villava por el convento de Capuchinos incluidas en una finca que tiene 49 robadas de extensión junto a las casas, todo cercado de pared”.  Comenzaron con el arreglo de ambas casas y la mejora del cercado, además de la plantación de unos 400 frutales de toda clase y otras 600 plantas más pequeñas, plantación que requirió el aterrazamiento del terreno que tenía caída hacia el río. Todas estas mejoras revalorizaron la finca hasta un valor catastral de unos 160 mil reales de vellón es decir cuatro veces más de lo pagado por su compra. En el testamento de Pedro Carriquiry se puntualiza que el usufructo de la finca quedara permanentemente en la familia Lagarde Carriquiry.

La casa Blanca en 1965 Foto: Gallo

Aunque la finca en principio era para uso familiar exclusivo, autentica finca de recreo, el espíritu negociante de los Lagarde determinó el explotarla, contratando colonos en arriendo para trabajarla, a sus órdenes o por cuenta propia cobrándoles una renta fija. A los mismos arrendatarios se les adjudicaban además algunas fincas colindantes también de su propiedad. Así por ejemplo en 1890 el ayuntamiento de Pamplona autoriza a Aniceto Lagarde a elaborar vino de su finca de la casa Blanca. No especifica si las viñas estaban en esa finca o más probablemente en las faldas del cercano monte Ezkaba sembrado de viñas en aquel tiempo, viñas propicias para elaborar el popular chacolí blanco o rosado. Así mismo se constata que en 1898 poseían un puesto de verdura en el mercado de Sto. Domingo.

La casa Colorada en la Avda de Villava en 1983 Foto: Zuñiga AMP

A la muerte de Aniceto en 1903 la finca pasa a ser propiedad de sus hijas Luciana, Mª Dolores y Pilar Lagarde. Pilar se casó con el teniente coronel Ramón Solchaga Zala, hermano del general José Solchaga, ambos activos participantes en el golpe militar de 1936. Ramón Solchaga murió en 1938 y eso precipitó que, en 1940, al acabar la guerra, las hermanas Lagarde vendieran la finca. Entre 1920 y 1940 los arrendatarios y cuidadores habían sido la familia Portillo oriundos de Galar, de las cuales la hija mayor Úrsula vendía los productos hortícolas y la fruta en su puesto del Mercado de Sto. Domingo. En 1940, con la venta, el arriendo quedó anulado y al abrirse el mercado nuevo del ensanche Úrsula se trasladó al mismo, vendiendo los productos de varios hortelanos y principalmente de la huerta de Periko Orcoyen de la Magdalena.

En 1940, como decíamos, las herederas de Lagarde vendieron la finca a la Comunidad de Esclavas del Sgdo. Corazón de Jesús, religiosas que provenientes de Valencia venían a establecerse en Pamplona. En una parte de la finca, la más oriental, construyeron una casa convento con su iglesia, obra proyectada por el entonces arquitecto municipal Victor Eusa. Unos años después comenzaron su labor docente con un colegio de niñas, hoy todavía activo.  Al cargo de la finca hortofrutícola se incorporó en 1955 Horacio Blasco venido de Fustiñana, que junto con su familia se encargó del cuidado de la gran cantidad de frutales y de la huerta. Horacio que este año va a cumplir 100 años todavía está siempre dispuesto a relatar sus ricas vivencias en la finca.

El actual colegio de las Esclavas con sus grandes coníferas en la entrada . Foto:webookandplay.com

En 1983 el Ayto de Pamplona compró a la congregación la mayor parte de la finca, por un total de un millón seiscientas mil pesetas, terrenos que dedicó a la reurbanización de la zona y construcción de nuevas viviendas. Se derribaron las ya abandonadas casas Blanca y Colorada, y todas las estancias afines incluyendo la última mejora un gran gallinero que se había hecho en 1963. Justo detrás de la casa Colorada había una zona de bosquete con grandes ejemplares de coníferas y algunas otras especies. Algunas de estas coníferas fueron trasplantadas en la finca residual, delante del convento. Por fortuna hubo otro árbol que fue respetado en su sitio, un gran castaño de indias.

El castaño de indias en la confluencia de Juan de Tarazona con Avda. Villava Foto: VME

El filólogo, experto en toponimia, txantreano y gran amante de su barrio, Mikel Belasko lo incluye  en su catálogo de árboles singulares de la Txantrea. El citado castaño tiene más de 3 metros de perímetro en la base, con copa bellamente redondeada y una altura de unos 16 metros está situado en la acera en el ángulo formado por la Avda de Villava y la nueva calle Juan de Tarazona que limita ahora la mucho mas pequeña finca perteneciente a las religiosas. Visible, ya hermoso, en la fotografía aérea de 1927, Belasko le calcula al singular ejemplar una vida de entre 100 y 125 años. Y que cumpla muchos más.

Aunque desconozco la actual titularidad del centro educativo, hace unos 5 años las últimas religiosas, ya mayores, abandonaron el convento para volver a su primitivo convento de Valencia. Como muchas de las obras de Víctor Eusa, los edificios, colegio e iglesia, han quedado protegidos por el consistorio y el centro educativo es hoy día seglar mixto y concertado.   Las casas Blanca y Colorada y la finca Lagarde ya solo quedan en el recuerdo. Varios amigos txantreanos de las viviendas cercanas me recuerdan como, en sus años mozos, hacían sus incursiones desde el camino negro, saltando el alto muro, para “robar” algunas preciadas piezas de fruta. Las manzanas, peras o ciruelas robadas siempre han sido las más sabrosas y apetecidas.

Víctor Manuel Egia Astibia

 

Fuentes:  Arazuri J.J.  (1966) Pamplona Antaño

Archivo Municipal de Pamplona

Belasko Mikel (2013) El castaño de la casa colorada. Facebook

Del Campo L. (1987) Biografía de Carriquiry en varias entregas en Diario de Navarra

memoriasdelviejopamplona.blogspot. com (2019) Pamplona en la 2ª mitad del s. XIX

Urzai A. (1999)   Revista Auzolan nº 16