Pastaola (II) La Electro Química San Miguel

La electro-química San Miguel  (segunda parte del reportaje y continuación del anterior Pastaola (I) De fábrica de pasta de papel a cementera)

Pocos años después del cierre de la planta cementera el ilustre historiador y geógrafo Julio Altadill, y su familia, compraron las abandonadas instalaciones para darles un nuevo uso. De esta forma en junio de 1923 se constituyó una nueva sociedad anónima llamada Electro Química San Miguel S.A. cuyo objeto era la producción de sosa comercial. Este producto era utilizado precisamente en las papeleras para el blanqueado del papel y en las fábricas de lejía con lo cual la fábrica seguía en una misma línea o sector de producción. Como presidente de la sociedad quedó Lorenzo Aldave cuñado de Julio, su mujer Florencia Aldave y él mismo serían vocales y como gerente quedaría su yerno el ingeniero industrial Miguel Berazaluce Elcarte, casado con su hija Juana Mª. Todo quedaba, pues, en familia.

Miguel Berazaluce Elcarte. Foto : J. Altadill AGN (recorte)

Berazaluce, aunque todavía joven tenía ya una amplia experiencia como ingeniero, había sido director de la fábrica de destilados químicos de El Irati en Ekai, promotor de varias centrales hidroeléctricas y diseñador del ferrocarril del Bidasoa. Además de la sosa comercial en la planta se iba a producir cloro libre que unido a la cal proporciona el cloruro de cal. La materia prima principal para producir estas sustancias es la salmuera, que se define como el agua con una concentración de sal al menos del 5%.

Apeziturriko uharka. Presa de Apeziturri. Foto: J. Altadill AGN

La energía eléctrica necesaria para el proceso electrolítico se obtenía del salto del canal procedente de la presa de Apeziturri en el rio Basaburua, presa que se arregló y recreció, mediante una turbina y un motor de 400 cv. Inicialmente también se contaba con la concesión del salto de la presa de Zegarrain en el rio Larraun y en la documentación más antigua de la empresa se escribe que poseían dos saltos, uno en el Basaburua y otro en el Larraun. Incluso en 1929 se hizo concesión a la sociedad de un total de 700 l/s de agua, “sobrante” de este último rio, a tomar en la coronación de la presa del molino de Ixkier con un desnivel bruto de 87 metros. Esta presa prácticamente natural que hoy conforma la bonita cascada de Ixkier junto a los restos del molino en el término de Iturzain quedaba algo más de 3 kilómetros aguas arriba de la de Zegarrain. Por ello debía construirse un largo y nuevo canal hasta ella y después arreglar el canal que por el acueducto llegaba hasta Pastaola junto a la venta de Urritza. Sin embargo, no hay constancia, al menos no la he encontrado, de que la Electro Química San Miguel llegara a utilizar este salto. Algunos testimonios de vecinos de la zona refieren que siempre se hablaba de eso pero que nunca llegó a arreglarse ni la presa ni el canal. En cualquier caso, las graves inundaciones de 1953 acabaron con los posibles arreglos y ese salto quedó definitivamente abandonado.

Transportando una gran pieza en las inmediaciones de la fábrica. Foto J. Altadill AGN

El interior de la fábrica, ahora para un uso completamente diferente, se rehabilitó y se dotó de aparatos y maquinaria apropiados para su producción industrial. Algunos de estos materiales, piezas de gran tamaño para las cubas de electrolisis se trajeron de la fábrica madrileña de Ricardo. F. Gomez, en tren hasta la estación de Lecunberri y después, con gran dificultad, en carros arrastrados por bueyes hasta la fábrica. En la parte central del edificio se situó el laboratorio químico de pruebas y los viejos hornos de calcinación, al otro lado de la vía del Plazaola, se aprovecharon como depósitos para los materiales producidos y los auxiliares.

La salmuera, materia prima como decíamos, agua con una concentración salina del 35%, procedía de la mina de sal San Miguel, mina a cielo abierto, situada en el paraje Salinas o Gesalaldea término de Arruitz, entre esta localidad e Itsaso. Por allí discurría un antiguo e importante camino que desde la Ultzama se dirigía hacia Guipuzcoa y allí mismo existía una venta, que después sirvió para alojamiento de alguno de los obreros y del que quedan algunas ruinas. La salmuera se preparaba en un pozo-depósito de sillarejo y por una tubería de hierro colado de 4 pulgadas de diámetro en su mayoría subterránea siguiendo el curso de la regata Gesal, por tanto, por gravedad, se llevaba hasta la carretera algo más arriba de Urritza y desde allí por el borde de la misma y finalmente por el túnel del ferrocarril hasta la instalación en Pastaola. Eran un total de seis kilómetros de tubería del que quedan algunos trozos que se pueden observar en la zona de Iturbeltz.

La salmuera se recogía en un gran depósito regulador con capacidad para 15 días de producción e inicialmente era preciso depurarla. Para ello se trataba con sulfato de bario para eliminar los sulfatos y con carbonato de sosa (que se traía desde la fábrica Solvay de Torrelavega) para eliminar las sales de calcio y magnesio, muy perjudiciales para la correcta porosidad de los diafragmas de los electrolizadores. Así pues, la salmuera depurada introducida en las cubas de electrólisis, con sus electrodos separados por un diafragma poroso producía por un lado la solución de sosa caustica (NaHO) en el cátodo y por otro, cloro libre, en el ánodo.

Manuel y Fco Altadill Aldabe en una de las cubas a instalar. Foto J. Altadill AGN

La sosa caustica se comercializaba tanto en forma líquida concentrada como en forma sólida tras un proceso de evaporación abierta. La principal salida de la sosa cáustica eran las industrias papeleras en donde se utilizaba para blanquear la pasta de papel. El cloro libre combinado con cal viva (que se traía desde una calera de Lizarza) formaba el cloruro de calcio con un 35% de riqueza en cloro. El cloruro de calcio se usa en la industria alimentaria (fabricación de quesos y cerveza), en medicina o como desecante aprovechando sus propiedades higroscópicas. Finalmente, la mezcla del cloro con la sosa caustica forma el hipoclorito de sodio (NaClO) que disuelto en agua es conocido como lejía, producto ampliamente empleado como blanqueador. La producción diaria era de unos 700 kilos de sosa y 1.500 de cloruro. En aquellos primeros años trabajaban en la fábrica alrededor de veinte obreros, prácticamente todos de la zona, de Latasa, de Urritza, o Udabe.

Una de las naves laterales de la fábrica que antes había servido de vivienda de obreros fue habilitada por la familia Altadill para residencia de verano dotándola de unos bonitos jardines, entre la orilla del río y el canal de desagüe de la propia fábrica, se dice que diseñados por el mismo que acababa de ornamentar los del parque de la Taconera de Iruña. En la parte más sur de la finca se habilitó un gran espacio como huerta. No le faltó a la vivienda una pequeña capilla en donde, además de los servicios religiosos habituales alguno de los miembros de la familia incluso celebró su boda. Julio Altadill que, entre otras muchas cosas, fue un gran fotógrafo nos ha legado un amplio documento gráfico de la estancia de su familia en la finca, así como de la propia instalación fabril.

Florencia Aldabe, sus hijas y nietos en el acceso al jardín. Detrás la vivienda en el ala derecha de la fábrica. Foto J. Altadill AGN

A lo largo de su historia la Electro Química San Miguel tuvo diversas vicisitudes que hicieron que la producción fuera irregular. La primera crisis llegó en 1930 año en que se produjo suspensión de pagos en todas las papeleras guipuzcoanas, a las que se vendía la sosa, debido a la crisis mundial del sector, lo que obligó a mantener paralizada la actividad en Pastaola durante un año. Durante los años 1936-1939 las instalaciones se cedieron al ejército franquista y se reutilizaron para fabricar fosgeno, oxicloruro de carbono, como gas tóxico de guerra. Parece ser que por suerte no llegó a emplearse como tal.

A mitades de octubre de 1953 se produjeron en todo el norte peninsular grandes precipitaciones que conllevaron tremendas riadas en los ríos de la zona. El extraordinario caudal del Leitzaran y del Larraun causó grandes desperfectos en distintas infraestructuras afectando especialmente a las del ferrocarril Plazaola que ya, por entonces, andaba en dificultades financieras. Finalmente, puentes destruidos, derrumbes etc. no pudieron arreglarse y esto conllevó el cierre definitivo y desmantelamiento del ferrocarril. Pastaola quedó totalmente inundada y se produjeron graves daños, principalmente la destrucción de una nueva nave de producción aun sin estrenar y la rotura por explosión del sifón del canal en Izaldo. Poco tiempo después, además, murió Miguel Berazaluce alma mater de la empresa. Le sucedió su hijo Juan Antonio Berazaluce Altadill que siguió con la dirección y gerencia hasta el cierre final en 1973.

Ya en los años 50 se promocionó mucho desde el ministerio de industria la producción de energía hidroeléctrica y la instalación de pequeñas centrales hidroeléctricas. Miguel Berazaluce, que ya tenía amplia experiencia en el tema y había sido promotor de varias de las centrales importantes en Navarra decidió ampliar el ámbito de la empresa y aprovechar el salto del Basaburua para producir y comercializar energía eléctrica. En los años sesenta la razón social de esta comercialización era Electra Ubaun formando sociedad con la central existente en la regata Ubaun cerca de Almandotz y que también era propiedad de los Berazaluce.

Los problemas continuaron ya que en 1961 tras algunas reclamaciones del ayunta miento de Imotz se declaró la planta como insalubre y nociva por la emisión de gases tóxicos al ambiente. Aunque no llegó a ordenarse el cierre sí que se obligó a una serie de costosas medidas correctoras. En 1963 tras una ampliación del capital la actividad se centró en la comercialización de lejía, hipoclorito sódico diluido, instalándose una maquina continua embotelladora y otra cerradora de los envases. Para entonces el personal trabajador había disminuido a seis personas, cuatro hombres y dos mujeres.

El conjunto fabril de Pastaola. Foto: J. Altadil AGN

Finalmente, en 1973 se abandonó la producción de sosa y cloro quedando exclusivamente como central hidroeléctrica. Berazaluce se quedó con las instalaciones y el 75% de las acciones. Con su experiencia y utilizando la fábrica de Latasa como planta-piloto presentó un proyecto de nueva planta de fabricación de cloro sosa y potasa cáustica aprovechando las materias primas residuales e incluso los cloruros magnéticos de las minas de Potasas de Navarra. El proyecto estaba pensado para montar la instalación en Salinas de Pamplona, pero, por insalvables problemas financieros y también medioambientales por la gran utilización de mercurio, el proyecto finalmente no llegó a efecto. Desde el punto de vista administrativo la Electroquímica San Miguel en 1983 se dio por cerrada con la expropiación forzosa de todas las acciones representativas del capital.

De toda esta larga historia fabril apenas quedan algunos restos. Como decíamos entre la localidad de Urritza y su venta, queda algún trozo del canal acueducto que viene desde la presa de Zegarrain, presa cuyos restos siguen presentes. En la propia Pastaola quedan algunos muros de la fábrica junto a una nave de moderna construcción en donde se encuentran la turbina de la central hidroeléctrica. Pero quizás los restos más llamativos son cuatro de los grandes hornos de calcinación construidos en 1903 y que permanecen, algo deteriorados, pero en pie en la ladera del monte al otro lado de la caja de la vía del Plazaola. Estos restos junto con la chimenea y la gran casona de la antigua papelera de San Migeltxo son importantes muestras del tan olvidado patrimonio industrial de nuestra comunidad y por tanto no debemos obviar su valor. Una buena parte del recorrido del Plazaola está conservado y convertido en vía verde, camino utilizado por gran cantidad de gente para sus paseos. Por desgracia estos valiosos restos del pasado industrial de Navarra pasan absolutamente desapercibidos para el paseante. Creemos que desde los estamentos locales, regionales o generales deberían tomarse medidas para la conservación y, al menos, para la correcta señalización de estos lugares que fueron tan importantes en la historia de los valles de Imotz y Larraun. Conocer bien nuestro pasado, aparte de ser bueno per se, siempre nos ayuda a construir nuestro futuro.

Víctor Manuel Egia Astibia

Plano de situación