Sara. Lavadero de lana de Abbadie-Aguirre

A finales del siglo XIX,  se estableció en la localidad labortana de Sara un gran lavadero de lana, les usines  Abbadie  Aguirre.

Eusebio Aguirre, banquero instalado en Donibane Garazi, fue su promotor principal. El banco Aguirre no dejaba de ser, tan sólo, una pequeña casa de préstamo, que hizo fructificar sus recursos con pequeños créditos a corto plazo a clientes locales o de proximidad.  Sin embargo, inquieto y ambicioso, Eusebio  decidió embarcarse en un  gran proyecto industrial. En 1895 junto con su hermano gemelo y dos socios más de la familia Abbadie, también hermanos, creó   la Société anonyme des établissements Abbadie et Aguirre.  Aprovechando la gran alcalinidad del agua del río Aranea, el establecimiento  Abbadie &  Aguirre se especializó en el lavado de lanas pirenaicas, tratando  casi toda la producción lanar de la zona en ambas vertientes del pirineo. El lavado de lana es un proceso simple que utiliza álcali de jabón, con objeto de eliminar de las fibras de lana todo tipo de impurezas, la grasa de la propia fibra y restos de orina, sangre, sudor, heces etc. de la oveja. Una vez lavada, debe enjuagarse y secarse, para después ser utilizada en sus distintos usos. En este caso, la lana se suministraba fundamentalmente a industriales  del mobiliario y del textil para fabricar colchones, alfombras y fieltros.

A este efecto, los cuatro socios, establecieron rutas  de recolección de lana perfectamente organizadas, a un lado y otro de la muga, que convergían en su fábrica de Sara. Al mismo tiempo  abrieron un punto de venta  en Tourcaing, junto a Roubaix en la frontera franco belga enviando sus viajantes a buscar la posible clientela  a Bélgica, Holanda y también a los mercados italianos e incluso norteamericanos que constituyeron una de sus  más importantes zonas de captación. Su primera etapa requirió de continuadas  inversiones de capital hechas, casi siempre, por la familia del banquero Aguirre, pero a partir de 1903 el volumen de negocio se multiplicó  de forma importante, el mismo se hizo solvente y en el ejercicio de 1905 se dieron unos beneficios de 400.000 mil francos.  Unos  sesenta obreros, casi todos locales o de la zona, estaban empleados en las actividades de producción, que se prolongaron durante toda la primera mitad del siglo XX. En 1958 la fábrica cerró sus puertas y unos  años después  fue reutilizada, en parte, para una conservera de anchoas. Cuando en 1989 esta conservera se trasladó a la cercana Senpere, la fábrica de Aguirre y Abbadie fue derribada. Habían sido casi cien años de actividad de la que hoy día, apenas quedan testimonios.